martes, 7 de julio de 2009

The Darkside: Mil y un sinónimos de negrura... y algún que otro escabroso acontecimiento.

Voy por la calle y la gente me habla a gritos y/o con señas.

Negrura, esa nueva forma de sordera.

Sigo caminando, me encuentro con dos colegas.

- Pero tú eres distinto, no eres como los otros negros,- me dice en un momento de la conversación.
- Sí, tienes un rollo distinto.
- Los demás, no sé, no me caen bien. Tú eres como nosotros.
- ¿Pero a cuántos demás conoces?
- A ninguno.
- Es curioso, pero tengo un huevo de primos, y a todos, sus colegas les cuentan la misma mierda.

Negrura, ese sinónimo de Jet Li, "El único".

Veo una patrulla de policía. La patrulla de policía me ve a mí. La patrulla se salta un semáforo en rojo (si estuviera en verde no estaría saltándoselo) a ciento cuarenta kilómetros hora, en una zona en la que las señales de fondo blanco y círculo rojo limitan la velocidad a sesenta; atraviesan un cruce invadiendo el carril contrario, en plan kamikaze, y provoca la colisión en cadena de decenas de vehículos que circulaban en la dirección que según la normativa vial dice, es la correcta.

Un espectáculo dantesco. Humo. Sangre. Niños pidiendo socorro. Disparos entre mafiosos que se perseguían. Apuñalamientos. Jaleo. Mujeres con contracciones. Mujeres de parto. Gritos. Puñetazos entre ejecutivos que llegan tarde a la reunión más importante de sus vidas. Escupitajos. Más gritos. Cláxones. Gasolina. Fuego. Patadas. Explosiones. Cuerpos desplazados por la onda expansiva…

Todo para acabar haciendo un espectacular y chirriante derrape de quinientos cuarenta grados, es decir, de vuelta y mitad, frente a mí.

- ¡Documentación!,- exige. Sólo a mí.

Negrura, ese sinónimo de delincuencia.

Le preguntó por qué. Me responde que se han producido una serie de robos por la zona, y respondo al perfil de los atracadores.

- ¿Perfil?,- respondo,- ¿qué me hablas del Facebook? Yo no tengo Facebook, amigo, te equivocas de persona.
- Documentación por favor.

Se la muestro.

- No, así no, entréguemela. No me la voy a llevar,- dice buscando la mirada cómplice de su compañero, que guarda las formas.
- Supongo que ahora después cuando te pida el número de placa también confiarás en mí y me la dejarás para que la tiente.
- ¿El número de placa? ¿Por qué? ¿Para qué?
- He oído que anda un grupo organizado de polis corruptos actuando por la zona… se dedican a saquear, a linchar, a putear a los buenos ciudadanos de a pie en general, por mero divertimento y en beneficio propio y… la verdad, respondes al perfil de cabo a rabo, tanto que estoy a punto de hacerme pipí encima de la congoja… así que… supongo que me dejarás que coja tu placa para tomar nota de tu número y hacer las comprobaciones pertinentes.
- No se me permite.
- A mí tampoco.
- Está bien, súbase en el coche.
- Esa mujer no está bien,- digo, señalando a una parturienta desfallecida.
- Sú-ba-se en el co-che.

Lo hago.

- ¿Qué coño hace?,- me pregunta de muy malas maneras uno de los agentes bajándome del capó a tirones,- ¿no le he dicho que suba al coche?
- Eso he hecho.
- Así no, en el interior.
- Querrás decir que entre.
- Pues claro, lógicamente.

Polisemia.

Entro. Partimos.
Me siento uno de ellos ahí dentro. Escuchando su radio.

A la entrada de comisaría me encuentro con un amigo policarpo. Hace que me suelten. Llego tarde a clase. Hecho a correr. De milagro logro esquivar el pelotazo de unos críos que juegan al fútbol, han estado a punto de volarme la cabeza con el balón.

Oigo un PUM, detrás de mí, miro, ha pegado en un coche, suena la alarma. La dueña grita histérica desde el balcón. Se va a liar parda, pero no puedo pararme a ver como termina la cosa, y sigo corriendo.

A los pocos metros noto el peso de un individuo caer sobre mí y caigo derribado sobre el asfalto. Es un placaje en toda regla. Pero aún así grito ¡TOUCH DOWN!, mientras el agente que me inmoviliza me lee mis derechos. El pobre ha oído una alarma, me ha visto esprintando y le ha sido imposible evitar relacionarlo.

Negrura, ese sinónimo de delincuencia (bis).

Me siento Michael Scofield. Otra vez a comisaría. Es mi particular Día de la Marmota.

De camino al coche informo a mi captor de que pierde el tiempo porque en la comisaría tengo mano.

No parece importarle. A sus ojos tengo menos credibilidad que la tensión defensiva de un contrincante de los Globe Trotters. Sonriendo se desprende de la sudadera, Poliéster, y busca algo en sus jeans frente a un Focus color azul, supongo que será secreta. Saca unas llaves… y abre el Ford.

Pa’ dentro.

Circulamos. Enciende la radio. No es endogámico. No hay códigos alfa, sino una canción que dice algo así como “negros de mierda, parecen cucarachas que se amontonan en la basura…”.

Me mira sonriente por el retrovisor mientras la tararea. Es un cachondo. Le digo que por mí no hace falta que se haga el duro, que puede ponerse Kiss FM tranquilamente. Sube el volumen.
“negros de mierda, no sirven para nada y van derechos hacia la fisura…”.
Me siento pisoteado, como las cucas.
Ríe, con un palillo en la boca.
Parados en un semáforo reajusta el retrovisor para vernos mejor. Está disfrutando con cada segundo de la canción. Al fin se acaba.
Me apunta con el cañon.

- Pide otra,- me ordena.

Con los testículos bien subidos, hasta la mollera, me dispongo a hacerlo, parezco Mickey Mouse con esas dos bolas sobre la cabeza.

- Espera.

Rebusca algo en la guantera, sin dejar de encañonarme. No acierto a ver.
Se oyen cláxones detrás nuestra. El semáforo está en verde, y debe haber unos quince metros de asfalto desierto entre él y nosotros. Hace tiempo que debíamos haber arrancado.

- ¡Ahora!,- exclama de súbito emocionado incorporándose con una videocámara en mano cuyo objetivo dirige hacia mi,- pide otra, y hazlo bien, o te frío.
- ¡Otra!,- grito lo más entusiasmado posible dando una palma que lo acompañe.
- Así no. Con más énfasis, como una colegiala de Super Pop.
- ¡OTRA, OTRA, OTRA!,- suplico desgañitado sin dejar de dar palmas y visualizando a una adolescente en camiseta blanca de tirantes llena de pulseras y con la vena del cuello apunto de estallar mirando hacia arriba, al escenario, hecha un mar de lágrimas.
- Como no, mi querido amigo,- me complace y vuelve a ponerla,- estarás deseando cantarla.

No sé que contestar. Busco asesoramiento en mi tuerto enemigo Parabellum, que no me quita ojo de encima, su oscura mirada me recomienda que sí.

¡Hala!, ¡ya está!, ¡convencido!

Canto-uo-uo.

Polifacético, el improvisado cámara se deshueva contemplando su obra.

Siguen sonando cláxones.

Al fin acaba la canción y arrancamos. Volvemos a frenar. El semáforo está en rojo.

Llegamos a nuestro destino, bastante apartado, hace lo menos veinte kilómetros que dejamos atrás la comisaría. No me gusta. No me gusta nada.

Me hace bajar, perdón, salir, cámara en mano, frente a un garaje. Golpea el portón con los nudillos.

- Once ocho ,- se oye desde el otro lado.
- Ochenta y ocho,- chilla él.

Se abre la puerta.

- ¡Ohhhhhhhhhhh!,- exclama el anfitrión gozoso al verme,- mirad lo que nos traen aquí…
- ¡Un monito! ,- grita la muchedumbre al unísono desde dentro.
- ¡Uhhhhh! ¡Uhhhhh! ¡Uhhhhh! ¡Uhhhhhhhhh! ¡Uhhhhh!,- berrean, monean siendo más exactos, un poco descompasaos para mi gusto, acercando y alejando sus dedos hacia los sobacos del mismo brazo en plan chimpa… como si estuvieran transportando sandías para que nos entendamos.

Paso dentro.

Alopecia. Rojo amarillo y rojo. Ketchup y mostaza. Ketchup y mostaza. Águilas. Piezas de Tetris negras superpuestas sobre círculos blancos situados en el centro de banderas rojas. Bolas negras de billar unidas, por DIC, de dos en dos.

En el centro de la sala, una multitud enfervorizada que constituye la mayoría de los presentes, se agolpa desnuda (de cintura para abajo), con los pantalones arrastrándose a la altura de los tobillos, y, en general, erectos, rodeando entre gritos, saltos, aspavientos y carcajadas a un joven amanerado que canta mientras es sodomizado por uno de ellos. Le están grabando. Un tercero sujeta un papel delante suya, con lo que supongo por los vistazos fugaces que le echa mientras canta, es la letra que han preparado para él para la ocasión. Logro reconocer la sintonía, que me era tremendamente familiar, es de David el Gnomo. La letra en cuestión, entrecortada por las embestidas y algún que otro gemido lejano al placer, dice así:

“Soy un homo.
Un humanoide homosexual.
Y me en encanta practicar
el sexo anal.
No hay,
quien me pete más fuerte que tú,
ni mejor.
Me duele, pero es un dulzor.”


Las risotadas van en aumento.

Un reguero de sangre brota del interior del joven sodomizado manchando los muslos de uno y otro.

- ¡Uy, pero si tiene la regla!,- se oye de fondo.

Carcajadas.

- Es una nena,- apunta una de las pocas chicas asistentes.
- JAJAJAJA,- ríe la manada.
- ¡ES UNA NENA!, ¡ES UNA NENA!- corean a viva voz señalándole,- ¡TIENE LA REGLA! ¡TIENE LA REGLA!...
- ¡Qué pena! ,- grita el verdugo dejando su puesto a otro,- ¡yo que quería tener un hijo con él y está con el periodo!

Un carrusel de ingeniosos comentarios se oye en el tumulto cuando el nuevo verdugo toma lugar a su espalda y le obliga a cantar el Soy un homo.

- ¿Qué miras ahí? ¿Al Mandinga?,- le pregunta con virulencia estrujándole cráneo y mejillas con sus poderosas manos y dirigiendo su mirada hacia mí,- ¿eso es lo que quieres? ¿Qué te encule él no? No te basta la mía… quieres el enorme badajo del Mandinga… avaricioso. Quieres gigantes pollas negras reventándote el culo, eso es lo que te pone bien cachondo y hace que se te endurezcan las pelotas, no, marica.
- Yo creo que sí Mario,- dice otro,- lo que le volvería loco al maricón sería que le perforara el Mandinga con su gran trabuco.
- Lo está deseando,- señaló otro,- toda la mierda se junta, deja que se lo folle y sea feliz.
- ¿Sí?, ¿eso es lo que quieres cariño? ¿Te gustan los Mandingas?,- preguntó besando su frente excitado,- pues te va a abrir el ojete el negrazo, estamos aquí para que disfrutes, para hacerte feliz, a ti te encanta que te porculicen… y para eso nos hemos reunido todos hoy, para uno a uno hacerte gozar… mira cuantos han acudido al llamamiento… todos para ti… no podrás quejarte… es el paraíso… a mi me encantaría que un día alguien hiciera esto por mi y reuniera a tantas mujeres, que es lo que me gustan a mí, las mujeres, para que vinieran expresamente a follarme una tras otra y otra tras una… mujeres de todo tipo: altas, bajas, morenas, pelirrojas, delgadas, macizas... y que de repente apareciera una supertetona rubia a la que me quedara mirando, y el chochito moreno que me estuviera montando se diera cuenta, y me preguntara si me pone esa rubia de grandísimas tetas, a lo que yo sin duda respondería que sí, que me encantan las rubias de tetas grandes en las que perder la cabeza, las manos, la lengua, el rabo… y que nada me daría más gusto que tirármela salvajemente delante de todos ellos…y ella, me concediera el deseo. Eso sería magnífico. Y aquí lo dejo caer por si alguien bien me quiere y decide regalarme esa macro orgía por la que yo le estaría eternamente agradecido. Así que si a ti te ponen las pollas anaconda, yo te ofrezco a un tío que tenga más cola que el INEM, te ofrezco un Mandinga.

Negrura, ese alargador natural y bomba de vacío fálica.

- ¿No es así Mandinga?,- me pregunta,- ¿no tienes más cola que la fábrica de Superglue?
- Eh? Que-que-que va, que va- respondo nervioso,- no-no-normal, como todo el mundo.

No pareció convencerle.

- Venga ya, Mandinga, no seas modesto, sincérate,- dijo apuntándome con la pistola ése del que al capturarme creí era policarpo, ahora me siento mal por haber pensado mal de las Fuerzas de Seguridad del Estado,- todos sabemos que podrías ser perfectamente el símbolo publicitario de Rabobank.
- La verdad es que la primera vez que visité a mi urólogo, el hombre al verme la pieza pensó que era una variante de elefantiasis.
- Noooooooo jooooodas…

Esto si le pareció una respuesta coherente.

- … jajajaajaja… queeee fuerte. Menudo trabuco gastas.
- Lo ves, lo ves. Te traigo calidad, pata negra… nunca mejor dicho. Pero antes de disfrutarlo, permite que termine de homenajearte, yo también he venido a darlo todo por ti, no está bien que me menosprecies.
- ¡Pero canta!,- gritó el cámara.
- Eso es, canta, canta, que trascienda tu alegría.

“Soy un homo.

- ¡Es una fiesta!

Un humanoide homosexual.


- ¡Sí, una fiesta!

Y me en encanta practicar.

- ¡Canta, joder, canta! Más alto.

EL SEXO ANAL.

- ¡Desde el principio coño! ¡Es una fiesta!

SOY UN HOMO.

- ¡Más alto, joder, más alto!

¡¡SSOOYY UUNN HHOOMMOO!!

- ¡Con alegría!

¡¡UUNN HHUUMMAANNOIIDDEE…

- ¡Con gratitud! ¡Es una fiesta… para ti! ¡Es una fiesta!

¡¡HHOMMOOSEEXXUAAL!!

- ¡Te queremos maricaaaaa!

¡¡YY MMEENCAANTTAA!!

- ¡Eres un jodioporculo hijo de puta!

¡¡PRAACTICCAAR!!

- ¡Un puto perro de mierda!
- ¡Una puta escoria!
- ¡Una vergüenza para la nación!

¡¡EL SEXO ANAL!!

- ¡A los perros! ¡Abría que darte de comer a los perros!
- MÁS FUERTE, QUIERO OÍRTE A TI, NO A ESOS HIJO PUTAS.

¡¡¡NNNOOO HHHAAAYYY!!!!

- ASÍ, BIEN, ASÍ. ASÍ, JODER, ASÍ. ASÍ. ASÍ. DIOS.

¡¡¡QUIEN ME PETE MÁS FUERTE QUE TÚ!!

- ¡ES UNA FIESTA!

¡¡NNNIII MMMEEJJJORRR!!

- ¡Será mentiroso el puto marica hijo de la gran puta!

¡¡ME DUELE!!

- ¡YUUuuJU!
- ¡Aparta!
- ¿Qué coño haces tío?

“”PEEEERROO ES UNN DULZ… AHHH”

- Toma, en toda la boca, sucio mentiroso come mierda.
- ¿Qué pasa Toni?
- ¡Este maldito maricón nos está mintiendo, antes dijo que no había quien le diera más fuerte que yo ni mejor! Y ahora le dice lo mismo a Mario. Es un farsante. ¿No os dais cuenta?
- Es verdad, Mario, lo dijo, yo también lo oí.
- Es verdad.
- Sí, es verdad, Toni tiene razón, es un farsante.
- Por supuesto que sí.
- ¿Y qué se le hace a los farsantes?
- ¡Se les cose a hostias para que no mientan, Toni!
- ¡Eso es! ¿Y la boca?
- La boca con hilo, Toni.
- Esos son mis chicos, esas son las reglas- voceó dando inicio a una tromba de puñetazos, rodillazos y patadas sobre el cráneo del indefenso Sodomio, que en adelante será el nombre del muchcaho.
- ¡Eso es! ¡Dale fuerte Toni!
- ¡En la boca!
- ¡En su mentirosa boca!
- ¡En su mentirosa boca, sí!
- ¡Así se hace!
- ¡Ahora con el exterior, con rosca, como Roberto Carlos!
- ¡No, mejor de empeine como Cristiano!
- ¡No, insisto, con el exterior de rosca, que el roce de tus cordones desgarre sus mejillas!
- ¡Tiene razón, mejor de rosca Toni!
- ¡Traedme la aguja de una maldita vez, para que le cosa la boca a este embustero! Tú no pares Mario, sigue percutiéndole el ano,- ordena Toni clavándole la rodilla en el ojo,- no quiero cortarte el rollo, es tu momento, disfrútalo como si yo no interviniera.
- Eso hago Toni.
- Voy a hacer la de McManaman en la final de Champions contra el Valencia.
- ¡Oh si Toni! Qué buena idea la de McManaman.
- Esa patada está guapísima.
- ¿Pero cómo es? No entiendo de fútbol.
- Rollo Daniel San en Kárate Kid uno.
- ¿Cuando se pone a la pata coja?
- Cuando se pone a la pata coja.
- Jujuju. ¡Hostia sí, Toni, hazla, es muy plástica!
- Ya verás la gente de Francia cuando lo vea.
- ¡Que voy!
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Eeeeeehhhhhhhhhhhhh!!!!!!… ¡¡¡¡Cabrón!!!!
- Goooool.
- Jajajajaja.
- Jooooooder que crack.
- ¡Qué guapo!
- ¿Lo has visto tío, lo has visto?
- Me cago en la hostia, ten más cuidao Toni, casi me cercenas el nardo con la patada.
- ¿Yo? Habrá sido él con su culo.
- ¡Hay que repetirla! ¡Hay que repetirla!, no se ha grabao, el subnormal de Andrés se ha cruzado delante de la cámara justo cuando le has dao, no podemos dejar que no lo vean los franceses, esto nos hará ganarnos el respeto internacional.
- ¡No me jodas!
- ¡Me cago en tu puta madre, Andrés!
- Eres peor que un judío.
- Ojalá un gitano confunda a tu hermana la hippie caravanera con uno de ellos y le esté follando el culo durante diez años para que llegue virgen el matrimonio. Te mereces una desgracia así o mayor.
- Es muy difícil conseguir otra con esa precisión.
- ¡Ánimo Toni!
- ¡Tú puedes!
- ¿Y éste maricón por qué no canta? ¡Canta, hostias, canta, la afición es lo más importante! ¡Eres el número doce!

“Soy un homo.

- No, que se calle, coño, que le desconcentra.
- No, no, para nada, que cante, que cante… me motiva. Me motiva que me recuerde lo que es para darle con mayor energía.
- ¡Canta!

“Soy un homo.

- ¡Voy!
- Por Dios, que nadie se cruce por delante de la cámara.
- Ten cuidao Mario. Que este seguro que aprieta el culo para amputártela.

Un humanoide homosexual.

- No te preocupes.
- Y tú no dejes de cantar, por lo que más quieras.

Y me en encanta practicar

- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Eeeeeehhhhhhhhhhhhh!!!!!!… ¡¡¡¡Cabrón!!!!
- ¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiii!
- ¡SIIIIIIIIIII!
- ¡Eres el amo!
- ¡El puto amo!
- ¡Lo tengo! ¡Está todo grabao!
- Con la dificultad que tiene cazar la cabeza de lleno con movimiento de las embestidas de Mario.
- ¡Increíble!
- ¿Cómo lo ha hecho?
- Jugó en los cadetes del Rayo.
- ¿Sí?
- Si.
- Y antes en los alevines del Getafe.
- ¡Se nota, tío que sabe lo que se hace!
- ¡Qué sangre fría!
- ¡Que precisión!
- Aquí tienes la aguja.
- ¡A coserle la boca!
- No lo hagas Toni.
- ¿Por qué?
- Sí ¿por qué?
- A lo mejor no mentía, a lo mejor es que realmente soy yo quien le da más fuerte y mejor.
- Jajajaajaja.
- ¡Y una mierda!
- A lo mejor al estar contigo pensó eso, porque realmente en ese momento eras tú, pero al probarme a mí después se dio cuenta de que el verdadero jefe soy yo.
- ¡Qué maricón estás hecho!
- Reconócelo, le has armado todo esto porque has tenido un ataque de celos.
- Jajajaja.
- ¡Toni está celoso!
- ¡Toni está celoso!
- ¡TONI ESTÁ CELOSO! ¡TONI ESTÁ CELOSO!
- ¿Quieres competir conmigo?
- ¡Comprobadlo!
- ¿Me estás retando?
- ¡Sí, comprobradlo!
- ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh! ¡Eh!
- ¡Aparta de ahí. Vamos a ver quien puede más!
- Todo tuyo.
- ¡Graba bien, que se sepa quien es el amo… quien te peta más fuerte y mejor… no te oigo… más alto… di mi nombre… más alto… más alto!,- ruge dejando caer repetidas veces el peso de su brazo sobre el cráneo de su víctima, a lo Bud Spencer, aumentando la violencia de los golpes en la misma medida en que aumenta su placer,- ¡más alto… más alto!

De repente Sodomio cae desplomando sobre su propio charco de sangre. No se mueve. Le toman el pulso. No tiene.

- ¡Joder!, le has matado te gusto, tío.
- Jajaajjaja.
- ¡Eso es, Toni!
- ¡Eres el campeón!
- ¡Si, Toni!
- ¡Eres el mejor!
- ¡No hay duda de que eres el gran follador!
- ¡El número 1!
- ¡Mejor aún, el 88!
- ¡Ése soy yo!
- Sonríe a la cámara y toma tu premio,- dicen entregándole una litrona de cerveza que alza a lo FIFA World Player.
- ¿Y que vas a hacer ahora que te han otorgado el premio al mejor follador de la temporada?
- Voy a firmar autógrafos. Le voy a dar con el cipote en la frente al mono.
- Jajajajja.

Se giran hacia mí.

- ¿Cuántos años tienes mono?
- Veinticuatro.
- ¡Hostia!... le estoy entendiendo,- exclama incrédulo,- ¡soy el puto Doctor Dolittle!
- Jajajajajajja.
- ¡Pues veinticuatro pollazos que te voy a dar en la frente, amigo!
- Jajajajaja.
- Dame la tinta del matasellos, Perico.
- Toma.

Presiona su miembro sobre la tina y comienza a “firmarme nardógrafos”.

- ¡Y encima gratis, eh! te los estás llevando “por toda la cara”.
- Jajajajajaja.
- Por toda la cara dice.
- Qué guasón.

La verdad es que nunca pensé que fuera tan relajante. Es como un masaje.

Me ponen delante de un espejo para que uno a uno vaya viendo las marcas que me va dejando.

- No podrás quejarte, eh, son unos tatuajes “de la polla”.
- Jajajajajaja.

Una música de fondo llega a mi sentido. Es maravilloso. Un politono… Otro más… Y otro… y otro. Muchos politonos se mezclan. Jamás me había alegrado tanto de oír el sonido de las sirenas, es música celestial para mis oídos. Irrumpen mis salvadores en la sala con contundencia, empuñando sus pistolas.

Brazos en alto. Arrodillados contra la pared. Brazos cruzados a la altura de las nalgas. Esposas. Collejas. Empujones. Mis héroes del ruido. Brotan lágrimas de mis ojos. Los dos señores agentes que me habían arrestado antes por equivocación me levantan amigablemente del suelo. Les quiero. Les abrazo. No sé como agradecérselo.

- ¿Queréis cipotearme la frente,- acierto a decir,- ¿o yo a vosotros? Es guay… relaja…. es como… yoga.

Me llevan con mi amigo.

- ¿Estás bien?,- se interesa.
- Mejor de lo que pensaba. Os quiero, a todos, sois Moisés.
- Me alegro, tío, no sabes cuanto. Ahora tienes que declarar.
- ¿Ahora?,- digo mirando la hora,- tengo una entrevista de trabajo esta mañana, no la puedo aplazar, será sólo un momento.
- No jodas, tío, no puedes.
- Por favor, lo necesito, tú tienes mano en esto, no pasa nada porque vaya un poco más tarde.
- Pero rápido, y vas cagando leches a la comi.
- Ok, pero acércame a casa a que me limpie toda esta mierda.
- Te dejo ahí y me voy.


Ya en casa me doy una ducha y me cambio de ropa. Descuelgo la bici de la pared de la terraza para ganar algo de tiempo en el trayecto. Cae mucho polvo. Toso. Me monto. Me hundo. Las ruedas tienen menos presión que un partido amistoso (la delantera), la trasera menos que un partido contra la droga. Los ruedines están bien. Que no, es coña, están rotos. Vuelvo a colgarla. No tengo bomba.

Bajo a la calle. La alergia me está matando. El semáforo de peatones está rojo, ahora verde. Mientras cruzo saco el paquete de kleenex del bolsillo trasero para sonarme la nariz. Un tipo me dice que no con cabeza e índice. Me encojo de hombros, no entiendo. Sigue diciendo que no con la cabeza y ahora con el índice apunta a mí… señala algo… los kleenex.

Negrura, ese nuevo indicio de emprendedor.

Me sueno los mocos. El tipo junta las palmas de sus manos a la altura del pecho en plan foto de primera comunión a modo de disculpas. Las acepto.

Sigo caminando.

Una tipa me pregunta si soy Sergio Alcover. Le digo que no.

- ¡Ah!, es que como tienes el pelo así para arriba,- se excusa.

Siguiendo sus pautas le pregunto si es Peret… porque es calva.

Lo desmiente, un tanto contrariada, lo que me hace dudar ¿Me estará diciendo la verdad?

Termino creyéndola, no tengo por qué poner en tela de juicio su palabra, a pesar de los indicios contrarios a sus afirmaciones.

- Hablas muy bien el castellano,- apunta.
- Tú también,- respondo.
- Hombre, ya, normal, pero es que yo soy de aquí, llevas mucho en España supongo.
- Desde antes de nacer.
- Se nota, hablas a la perfección, lo que pasa es que uno te ve así, moreno… y se imagina… otra pronunciación… un habla más tosca… más trabada.

Negrura, ese sinónimo de Jiménez Losantos.

- Moreno...
- Sí, bueno de color.
- De color…
- Sí, oscurito de piel.

Negrura, ese gran acaparador de eufemismos.

- A mí por ejemplo una negrita me daba clases de francés… Siona se llama… no sé si la conocerás.
- Mmm… no.
- Que es así alta, de pelo rizado.
- Mmm… no.
- Que tiene tres hijos ya mayores, casaos y todo.
- ¡Ah! Pero que es una mujer mayor.
- Claro, tienen sesenta años ¿la conoces?
- Que va, pero es que como dices negrita, con el diminutivo, me imaginaba una niña pequeña, no a una anciana.
- No, que va, que va, digo negrita porque es negrita.

Negrura, ese elixir de la eterna juventud.

- Pues no, no la conozco.
- Sí, hombre, que vive en la Avenida Belvis, dos calles más abajo.
- Que va…
- Y tiene un perro que se llama Pilo.
- Mmm… no.
- Seguro que la ves y sabes quien es.

Negrura, esa comunidad que de reducida que es, de pocos ejemplares que tiene, todos se conocen.


Llego al ayuntamiento en busca de un puesto de trabajo que he visto anunciado en el periódico y del que estoy cien por cien seguro será mío.

- No eres lo que estamos buscando.
- ¿Por qué? Soy el hombre perfecto, cumplo todos los requisitos para ocupar el puesto.
- El anuncio lo dice bien claro,- me dice señalando un pequeño apartado de los clasificados del periódico local,- “Ayuntamiento busca varón blanco para hacer de Baltasar en Cabalgata de Reyes”, y tú eres negro, no das el perfil.
- Pero… es que Baltasar es negro.
- ¿No me digas?
- ¡Si!
- ¿Hablas en serio?
- ¡Claro!,- respondo enseñándole la propaganda de juguetes de unos grandes almacenes que llevaba encima para probar mi argumentación,- ¡es éste!
- Pero queda más gracioso… para los niños... es menos chocante… resulta más simpático con unas capitas de Kamfor.

Me arrepiento de haberme limpiado los nardógrafos, quizá era una señal del destino.

- Pero…
- Lo siento pero no. Otra vez será. Ya habrá algo para ti.
- ¿Y de otra cosa?…
- ¿Cómo qué?
- Po-po-podría hacer de Melchor… o Gaspar, qué sé yo.
- Pero… si no eres blanco, chico, ¿qué estas diciendo? ¿te has vuelto loco?
- Podríais pintarme... ¿no?
- No… ¿Para qué? si aquí somos todos blancos… no tiene ningún sentido, ¿para qué pintarte a ti?
- Pues para…
- No es gracioso. Ni necesario. Venga, no me hagas perder más tiempo con chorradas, haz el favor.

La verdad es que tiene razón, no sé como se me habrá ocurrido semejante estupidez.

Me marcho.

Transcurridos cientocincuenta metros unas voces hacen que me vuelva. Llaman mi atención a lo lejos. A las puertas del ayuntamiento. Viene hacia aquí.

"Tengo curro, ¡lo tengo!"

Está cada vez más cerca. Reconozco esa figura. Es Peret.

- Estaba pensando que a lo mejor a los hijos si les conoces,- dice,- el mayor se llama Carlos... que se así fuertote.
- Creo que no.
- Que trabaja en la Renault y tiene un hijo que se llama Flori.
- Mmm... no.
- A la mujer a lo mejor sí...

En la parada del bus un chaval brasileño es preguntado por dos compañeros de trabajo si vino en patera.

- ¿De Brasil?... si en avión son doce horas, loco.
- ¿Y qué pasa?
- Que como va a ser, si son doce hora de avión… en patera te muera vamo… e imposible.
- Tardarías un huevo no…
- Yo que sé, yo vine en avión, loco.
- ¿Seguro?
- Yo le creo.
- E que e imposible… ¿si la gente se muere crusando el estrecho… como va cogé un cayuco pa crusá el Atlántico?
- No sé, tronco… no te veo cogiendo un avión.
- Que sí, hombre, que es un tío legal, no nos engaña.
- E que e imposible… imposible…

Reparo en que, si bien para ahí la 506, estoy en la parada contraria al trayecto que quiero realizar. Debería estar justo enfrente, donde se están montando los pasajeros. Se me va. Se me va ¡Menuda mierda! Voy a tardar más de la cuenta en ir a declarar.

Esprinto para cogerlo. Está arrancando. Una vieja grita algo de su bolso.

- ¡Al ladrón!

El autobús se ha ido.

¡¡TOUCH DOWN!!

Al menos llegaré antes a comisaría.