lunes, 2 de junio de 2008

Traditio

Bonito se me queda corto. Bello, hermoso, apolíneo... es como me resulta que déis asilo en vuestras almas a las tradiciones más denigrantes de vuestra ascendencia, que echando mano de ella queráis justificar cualquier acción, por vergonzante y ridícula que sea, teniendo como último recurso, más bien como único argumento, si es que se le puede condsierar argumento, el: "a mí es que me educaron así".

Y ya está, os quedáis tan a gusto.

No tengo rebatida... me veo apurado... suelto esto... y ya está, palabra del señor, irrefutable, no hay que pensar... es como... ¡CASA!... o ¡CRUCI!, cuando de niño estás jugando al pilla-pilla y te ves rodeado. ¡Hala!, yo cruzo los dedos y aquí como si nada, me quedo oblongo (más ancho que largo), con eso me sirve, no tengo que molestarme en intentar zafarme por otros medios, y si no lo consigo, darme cuenta de que si no me he zafado es porque no había forma de zafarse... porque mi posición no era la correcta y partía con desventaja.

No. ¿Para qué?, mejor exclamo ¡CRUCI! y apoyándome en esa artimaña me convenzo a mí mismo de que estoy en lo correcto, de que soy yo quien aplica bien las reglas del juego, quien mejor se desenvuelve en él... y sigo apoyándome una y otra vez en ella, aunque con ella lejos de evolucionar como hacen el resto de mis colegas, quedo estancado, con lo que mi atraso respecto a ellos aumenta a pasos agigantados a medida que pasa el tiempo. Y aunque todos los demás vean en mi a un tramposo, a aquel con el que nadie quiere jugar porque cuando se ve atrapado cruza los dedos, jodiéndole el juego al resto, y todos sepan que actúo así porque ese escudo es la única forma que tengo para "no perder" y destapar mis deficiencias, ya que sin él perdería siempre.
Pero claro, actuando así ya no sólo expongo mis deficiencias en un macroletrero con luces de neón, sino que perder, estoy perdiendo más que de la otra forma, pues quizá si lo intentara poco a poco fuera desarrollando habilidades, evolucionando, y llegara al fin el día en que pudiera zafarme sin necesidad de hacer trampas, con lo que, además, me ganaría el respeto de mis coleguitas.

De verdad que me parece fantástico ese continuismo, pero sabed, corazones, que de hacer todos lo mismo, si todos fuéramos partícipes de ese inmovilismo que no se cimienta sobre bases argumentales sólidas, sino en: "es que papá, y la abuela, y la abuela de la abuela lo hacían", aún andaríamos a cuatro patas, comeríamos carne cruda (que habrá a quien le guste), y beberíamos agua de los charcos. Concretando un poco más y no yéndonos tan lejos, yo estaría recogiendo algodón (que no dudo de que a más de uno le parezca mi hábitat natural), otras teniéndole que pedir permiso al marido prácticamente hasta para lavarse los pies, otros teniendo que pagar la remensa a "su señor" para poder abandonar sus tierras, otras teniendo que esperar a que el señor de su padre le autorice (pagando claro está) a que éste a su vez le autorice a casarse... y un largo etcétera entre los que están incluidas, como no, las maravillosas luchas a vida o muerte en los abarrotados circos romanos. Lo que viene a ser una fiesta vaya. ¡Oooole!, ¡Ooole!, ¿Y los toros, dónde me los dejas?, algún día le dedicaré un apartado especial a ese espéctaculo artístico que se brinda en la, llamémosla, plaza de toros, llamémosle, matadero con gradas... conocido como la fiesta nacional irracional.

¿No resulta ridículo? Es como un torero alzando una pancarta contra la matanza indiscrimanada de focas en Canadá... ¡Inauuudito!... o contra el ahorcamiento de los galgos... o que te reprenda por pegarle una patá a un perro... Aaaanda y cá-lla-te la boooca... compai... que todavía le clavo los tacos y le estoy haciendo menos que tú. Además, esto en mi tierra, no es violencia, es arte, que me estoy jugando la vida,... que puede rebelarse en cualquier momento y arrancarme la yugular de un bocao. ¡Mira que dientes! Paaaa' flipar. Hay que tenerlos bien puestos pa' futbolearle el lomo... además no voy a cargármelo ni na'... es sólo eso, una rabonita sin importancia para pasar el rato... para mi divertimento... para no reprimir mi faceta artística... pero vamos, que de matarlo no pasaría nada, se iba a morir de todas formas... a ver si te crees tú que es inmortal el bicho, eh... acabáramos... morir va a morir, qué importa cómo.

No nos engañemos, la educación, la tradición, es sólo cultura cuando defiende unos valores dignos de ser ensalzados, y ser transmitidos, y lo demás es paja, y como tal propensa a arder, que es precisamente lo que ha de hacer, arder, evaporarse y dejarnos liberarnos de esa angustia.

¡ZAS!, ¡ZAS! Cortad por lo sano. ¡A podar se ha dicho! las ideas vicidas que os fueron transmitidas a través de las anteriores ramificaciones de vuesto árbol genealógico para que las generaciones venideras no se vean abocadas a la podredumbre. Que crezcan sanas, no maltrechas.

Hacer por hacer, seguir como ovejitas el rebaño porque todos lo seguían, no.

Y es que, tened presente que:
si sigues a las masas, irremediablemente acabaréis confundido entre ellas.


Con esto doy fin a Traditio: el argumento de los imbéciles.

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