Niños
Lloraba abrazado a mi hermana, en el salón, cuando entró mi sobrino; su hijo, de cuatro años, acababa de despertarse de la siesta.
- ¿Qué te pasa Tito?,- me preguntó.
No respondí. No podía.
- ¿Qué le pasa al Tito, mami?
- Nada cariño, ve a jugar con tus cosas.
- ¡Jo! Pero dime qué le pasa al Tito.
- Está malito.
- ¿Qué te pasa Tito?,- me preguntó.
No respondí. No podía.
- ¿Qué le pasa al Tito, mami?
- Nada cariño, ve a jugar con tus cosas.
- ¡Jo! Pero dime qué le pasa al Tito.
- Está malito.
- Vaya! pobrecito, ¿Tienes fiebre Tito?
- No, no tiene fiebre Fede, ve a jugar.
- Espera que me lo diga él.
- No espero nada. Ya te dicho qué le pasa, ahora juega. Cumple con tu parte del trato.
- Jooooooo. La última.
- No.
- Jooooo. La última y te prometo que me voy a jugar.
- Jo! vale, pues entonces no juego.
- Vale, pues no juegues, pero no molestes.
- ¿Y me lo dices?
- ¿Qué?
- ¿Si no molesto me lo dices?
- ¿Qué?
- ¿Si no molesto me lo dices?
- No cariño, no seas pesado.
LLegó mi cuñada de la calle. Hablaba por teféfono, de mi.
- A Martín le han dicho que tiene SIDA... no sé, hoy, esta mañana creo... no, aún no le he visto... pues imagínate... íremos ahora a verle... con el niño, sí... no digas chorradas mamá...
Me vio.
- ¿SIDA?, ¿Eso es lo que tienes Tito?, ¿SIDA?
- ¡Fede!
- Venga te dejo mamá, que está aquí.
- ¿Qué?, jolín mamá, quiero saberlo.
- Sí, mamá, yo se lo digo.
- ¿Tienes SIDA Tito?
- El niño, que me ha oído hablando contigo.
- Fede, te estás pasando ya.
- Venga, ciao.
- ¿Por qué e e?, jo.
- Mi madre, que luego te llama.
- Sí, Fede,- acerté a decir,- tengo SIDA.
LLegó mi cuñada de la calle. Hablaba por teféfono, de mi.
- A Martín le han dicho que tiene SIDA... no sé, hoy, esta mañana creo... no, aún no le he visto... pues imagínate... íremos ahora a verle... con el niño, sí... no digas chorradas mamá...
Me vio.
- ¿SIDA?, ¿Eso es lo que tienes Tito?, ¿SIDA?
- ¡Fede!
- Venga te dejo mamá, que está aquí.
- ¿Qué?, jolín mamá, quiero saberlo.
- Sí, mamá, yo se lo digo.
- ¿Tienes SIDA Tito?
- El niño, que me ha oído hablando contigo.
- Fede, te estás pasando ya.
- Venga, ciao.
- ¿Por qué e e?, jo.
- Mi madre, que luego te llama.
- Sí, Fede,- acerté a decir,- tengo SIDA.
- ¡Vaaaya!, pooobre... bueno, no pasa nada.
Se fue.
Sonreí. Niños. Qué sabrán ellos, son tan inocentes.
Se fue.
Sonreí. Niños. Qué sabrán ellos, son tan inocentes.
Se oyó un terremoto en su habitación, como kilos y kilos de compacs caídos.
- ¿Qué pasa ahí?,- gritó mi hermana.
- Nada. Toma Tito, deja de llorar,- dijo extendiéndome un disco,- cúratelo con el Norton.
Le abracé.
- Ves como no pasa nada.
- Claro que no.
- Pues venga, no estés triste, vamos a jugar al Nidodespil (Need For Speed), que man comprao un volante pal ordenadó.
- Eso está hecho. Ve encendiendo el PC, voy ahora mismo.
- Te llamo cuando esté encendido ¿vale?
- Ok.
Se fue.
- Joder, lo siento.
- Vaya personaje de niño tenéis... ¿Hablamos luego mejor no? a la noche.
- ¿Te quedas a cenar?
- Y a dormir.
- Pues recuérdame que te cambie las sábanas.
- Ya las cambio yo, no te preocupes, me voy adentro con Fede.
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